Durante décadas, el sector de la construcción ha operado bajo un modelo extractivo lineal: extraer recursos, producir, utilizar y desechar. Este modelo ha convertido a la edificación en una de las industrias con mayor huella de carbono y consumo de recursos a nivel global. Frente a la necesidad de cambio, el primer gran paso fue la arquitectura sostenible. Este enfoque, crucial en su génesis, se basaba en el principio de «hacer el menor daño posible», minimizando el consumo energético y reduciendo la huella de carbono con el uso de materiales de bajo impacto. Conceptos como la arquitectura bioclimática, el uso de energías renovables y la bioconstrucción se convirtieron en los estándares de las edificaciones conscientes.
En el contexto de una emergencia ecológica global, la comunidad de diseño y las instituciones reconocen que la sostenibilidad por sí sola ya no es suficiente. Simplemente reducir el daño, o intentar mantener un status quo que ha demostrado ser insostenible a largo plazo, no logra revertir la degradación ambiental ni restaurar los ecosistemas dañados. El momento actual pide un cambio de mentalidad y de acción, a partir de una progresión audaz: pasar de una filosofía de minimización a una de regeneración. Este nuevo paradigma concibe al edificio no como un objeto inerte que consume, sino como un sistema vivo que interactúa positivamente con su entorno, actuando como un agente de curación ambiental.
La transición: corrientes que prepararon el camino
La arquitectura alternativa abarca varias corrientes de diseño que, a lo largo del siglo XX y principios del XXI, prepararon la base conceptual y técnica para la emergencia del enfoque regenerativo. Cada una, a su modo, desafió el modelo constructivo convencional.
- Arquitectura bioclimática: la inteligencia del diseño pasivo
La arquitectura bioclimática se enfoca en el diseño pasivo, aprovechando las condiciones climáticas del emplazamiento antes de recurrir a la tecnología. Su esencia reside en optimizar la orientación, la envolvente (muros, ventanas, cubiertas) y la masa térmica del edificio para capturar el sol en invierno, protegerse del calor en verano y fomentar la ventilación natural. Esto minimiza drásticamente la dependencia de sistemas activos de calefacción, refrigeración y ventilación. El diseño bioclimático no se centra en una estética, sino en una profunda inteligencia constructiva que entiende la relación entre el edificio con el sol, el viento y la tierra.
- Bioconstrucción: la vuelta a los materiales esenciales
La bioconstrucción pone el foco principal en la selección de materiales, priorizando aquellos que son naturales, locales y poco procesados. El uso de tierra cruda (tapial y adobe), paja, bambú, cal y madera sin tratar reduce drásticamente la energía incorporada (o «energía gris») del edificio, que es la energía consumida durante la extracción, fabricación, transporte y puesta en obra de los materiales. Además de su bajo impacto ambiental, estos materiales favorecen la salud del ocupante, ya que regulan mejor la humedad interna y evitan la emisión de compuestos orgánicos volátiles (COV).
- Diseño circular y el fin del residuo
El diseño circular, surgido a partir de la economía circular, propone que todos los materiales y componentes de un edificio deben ser diseñados con una vida útil posterior a la demolición. El edificio se concibe como un «banco de materiales». La meta es eliminar el concepto de «residuo» mediante estrategias de diseño para el desmontaje, donde las uniones y los sistemas constructivos permiten separar y reutilizar componentes fácilmente al final de su ciclo de vida útil. Esto contrasta con el modelo actual, donde la mayoría de los materiales de construcción terminan en vertederos.
Mentalidad regenerativa: generar beneficios netos
La Arquitectura Regenerativa es la síntesis y el salto evolutivo de todas estas corrientes. No se busca solo reducir el impacto negativo (sostenibilidad) ni ser neutra, sino que se conciben los edificios y sus entornos como sistemas vivos que generan beneficios netos para el medio ambiente, la salud humana y la comunidad. Es un enfoque que trasciende la eficiencia para enfocarse en la vitalidad del sistema. Tal como explican desde en Rizoma- Arquitectura Regenerativa, la adopción de este enfoque implica entender la arquitectura como una disciplina que debe restaurar la funcionalidad del ecosistema, trascendiendo la mera mitigación del daño. Esta visión marca la pauta para la aplicación de sus tres principios esenciales:
- Los tres pilares del impacto positivo
La visión regenerativa se basa en tres principios de actuación que deben guiar todo el proceso de diseño y construcción:
- Impacto positivo neto (también llamado “el más que cero”): la meta final es que el edificio y su operación mejoren las condiciones ambientales del lugar. Un edificio regenerativo debe producir más energía de la que consume, capturar, filtrar y reutilizar más agua de la que utiliza, y potenciar la fertilidad y biodiversidad del suelo. Esto se logra mediante la integración total de tecnologías activas (paneles solares, sistemas de captación de agua) con estrategias pasivas de diseño.
- Integración de sistemas ecológicos: un edificio regenerativo no se aísla, sino que trabaja activamente en conjunto con el ecosistema local. Un techo verde o una fachada vegetal no son solo elementos estéticos, sino componentes funcionales que gestionan la caída del agua de lluvia, reducen el calor urbano (ya que el agua que se evapora en las plantas enfría el aire) y actúan como corredores biológicos para la fauna local, apoyando la biodiversidad.
- Salud del lugar: el diseño regenerativo exige un entendimiento profundo del lugar que va más allá de la topografía o el clima. Implica conocer la ecología perdida, la historia social, los ciclos de los nutrientes y del agua. El proyecto se convierte en un agente de curación, restaurando las funciones ecológicas y sociales que pudieron haberse perdido o degradado en el sitio.
La arquitectura como agente de curación: ecología y biophilia
El diseño regenerativo exige la adopción de filosofías de diseño que reconecten al habitante con el entorno natural, activando así la capacidad de un edificio para actuar como agente de curación.
- El concepto de biofilia
La Biofilia es un concepto fundamental en el diseño regenerativo. Se basa en la hipótesis de que los humanos tenemos una tendencia innata a buscar conexiones con la naturaleza y otras formas de vida. En arquitectura, esto se logra gracias a la integración de la naturaleza en el diseño, tanto de forma directa (plantas, luz natural, vistas al exterior) como indirecta (uso de materiales naturales, colores y texturas orgánicas, patrones que imitan la naturaleza).
Diversas investigaciones confirman que la presencia de elementos naturales en el entorno construido reduce los niveles de estrés, mejora la productividad y acelera la recuperación. La revista especializada Arquitectura y Diseño subraya que las estrategias de diseño biofílico no son una tendencia estética pasajera, sino una necesidad funcional para la salud mental en los entornos urbanos, haciendo del confort emocional una métrica tan importante como la eficiencia térmica.
- Ciclos cerrados de agua y nutrientes
La gestión del agua es un área donde la regeneración ofrece soluciones concretas. En lugar de consumir agua potable y desechar las aguas residuales, el diseño regenerativo implementa ciclos cerrados:
- Captación y reutilización: El agua de lluvia se capta en cubiertas y se almacena para usos no potables (riego, cisternas de inodoros).
- Filtración biológica: Las aguas grises (procedentes de duchas y lavabos) son tratadas a través de sistemas de humedales artificiales o biofiltros, devolviendo agua limpia al ecosistema o al sistema de riego del propio edificio. Este enfoque minimiza la carga sobre las infraestructuras municipales y fortalece el ciclo hídrico local.
Desafíos técnicos y la necesidad de un marco holístico
La implementación de la arquitectura regenerativa implica superar barreras técnicas y de mentalidad, ya que exige que todos los actores del proceso constructivo trabajen bajo un marco holístico e integrado.
- El desafío del análisis del ciclo de vida
Para certificar que un edificio es realmente regenerativo, es necesario realizar un Análisis del Ciclo de Vida (ACV), que evalúa el impacto ambiental de cada material desde su extracción hasta su disposición final. El Instituto de Ciencias de la Construcción Eduardo Torroja (CSIC), insiste en la necesidad de estandarizar la evaluación del impacto ambiental de los materiales para garantizar la trazabilidad y la veracidad de las afirmaciones de sostenibilidad y regeneración, siendo esta una de las tareas pendientes de la industria.
- Integración y educación
La aplicación de estos principios requiere un esfuerzo constante de divulgación, formación y guía metodológica para profesionales y clientes. La transición de la sostenibilidad al diseño regenerativo es, ante todo, un cambio cultural que debe involucrar a promotores, arquitectos y constructores en una nueva ética de diseño que priorice la salud del planeta y sus habitantes.
Un futuro vital y colaborativo
La arquitectura alternativa ha pasado de ser una opción marginal a convertirse en el imperativo ético y funcional de nuestra era. La arquitectura regenerativa es la respuesta a la necesidad de crear un impacto positivo neto, y su adopción está marcando el futuro de la construcción.
Al priorizar la regeneración, se abandona la idea de que los edificios son inertes y se les otorga un papel activo y vital en la restauración de los ecosistemas y el bienestar humano. El futuro de la construcción no reside en reducir la destrucción, sino en generar vida y, sobre todo, en la colaboración entre la disciplina arquitectónica y la inteligencia ecológica del lugar.

