Cómo recuperé mis dientes gracias a los implantes dentales

La verdad es que nunca pensé que un simple partido de fútbol entre amigos iba a cambiarme la vida. Pero son esas cosas que pasan en una décima de segundo, como cantaba Antonio Vega, y que te cambian todo. Un giro de 180 grados, que te deja la vida del revés.

Lo recuerdo perfectamente, era un sábado soleado, llevábamos apenas veinte minutos jugando en los campos de toda la vida, cuando choqué con el portero al intentar rematar un balón.  Una jugada que si puedes ver vídeos en Youtube es como el famoso choque entre Ronaldo y Barthez en la final del Mundial de Francia. Si eres futbolero seguro que sabes de lo que estoy hablando.

Sentí un golpe seco en la cara y, de inmediato, un dolor insoportable. Me llevé la mano a la boca y no había duda, me había roto varios dientes delanteros. Curiosamente, lo que yo era.

La primera reacción fue de pánico. No solo por el dolor, sino poque cuando me miré al espejo casi me da algo. Esa misma tarde decidí ir a la clínica dental Smile Line en Villaverde, para que me valoraran. Allí empezó mi viaje hacia una nueva sonrisa.

Un trance

Al llegar, el equipo me tranquilizó. Me explicaron que no era el primero ni sería el último en llegar con un accidente deportivo. Y es que cada vez se da más. Después de las radiografías y un examen completo, la odontóloga me habló de las diferentes opciones para recuperar mis dientes.

La primera alternativa eran las prótesis removibles, las de toda la vida, esas que se ponen y se quitan como una especie de dentadura postiza. Me dijo que eran más económicas, pero sinceramente, no me convencía la idea de estar pendiente de que se me movieran al hablar o al reírme. Además, yo quería algo fijo, algo que me devolviera seguridad. En estas cosas soy de los que pienso que es mejor invertir dinero.

La segunda opción eran los implantes dentales unitarios convencionales. Me explicaron que consisten en colocar una especie de tornillo de titanio en el hueso, que hace la función de raíz, y sobre él se coloca una corona. El proceso dura unas 12 semanas, porque primero hay que esperar a que el implante se integre con el hueso de la boca. Era una alternativa firme y segura, pero implicaba paciencia.

También me hablaron de los implantes de carga inmediata, que permiten salir prácticamente el mismo día de la cirugía con una prótesis provisional fija. La idea me encantó porque significaba no pasar meses sin dientes visibles, que es algo muy molesto. Eso sí, me advirtieron que dependía mucho de la calidad de mi hueso maxilar.

Por último, me ofrecieron la posibilidad de prótesis fijas sobre implantes, que consisten en colocar varios implantes y sobre ellos un puente o una prótesis completa. Esta opción se utiliza cuando faltan muchas piezas y no era exactamente mi caso, ya que yo había perdido solo los dientes delanteros por el golpe.

Escuchar todas esas alternativas me ayudó a entender mejor lo que son los implantes dentales. Básicamente, son la solución más avanzada para reemplazar dientes perdidos. Al estar hechos de titanio, un material biocompatible, se integran con el hueso y funcionan como si fueran raíces reales. Después, se coloca una corona de zirconio que imita a la perfección la forma y el color de un diente natural.

Implantes de carga inmediata

Después de valorar todas las opciones, y tras el consejo de la especialista, decidí optar por los implantes de carga inmediata. Mi caso era favorable porque tenía suficiente hueso para sujetarlos con seguridad. Así, en una sola intervención, me colocaron los implantes y una prótesis provisional que me devolvió la sonrisa ese mismo día.

La cirugía fue mucho más sencilla de lo que me había imaginado. Me aplicaron anestesia local y no sentí dolor, que es algo que se agradece porque no soy yo muy valiente para estas cosas. El equipo estaba muy preparado y me transmitió confianza en todo momento.

Después de unas horas, salí de la clínica con mis nuevos dientes provisionales. Tenía que cuidarlos con especial atención durante los meses siguientes, mientras el titanio se integraba con mi hueso, pero ya podía sonreír sin complejos.

Pasado el tiempo de cicatrización, me colocaron las coronas definitivas de zirconio. El resultado fue espectacular. Nadie diría que me rompí los dientes jugando al fútbol; de hecho, muchas personas me han comentado que mi sonrisa ahora tiene mejor pinta que antes del accidente.

Si te lo preguntas, sí, hoy sigo jugando al fútbol, pero con un protector bucal para no tentar a la suerte.

 

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